La dieta mediterránea podría desempeñar un papel clave en la prevención de la obesidad infantil, incluso en aquellos menores con predisposición genética a desarrollarla. Así lo concluye un estudio internacional liderado por investigadores del grupo GENUD (Instituto de Investigación Sanitaria Aragón y Universidad de Zaragoza), recientemente publicado en la revista Pediatric Obesity.
Este trabajo analiza cómo interactúan la adherencia a la dieta mediterránea y el riesgo genético de obesidad en niños y adolescentes, y de qué manera afecta a indicadores de adiposidad como el índice de masa corporal (IMC) y la circunferencia de cintura durante el crecimiento.
El estudio, titulado Mediterranean diet and obesity polygenic risk interaction on adiposity in European children: The IDEFICS/I.Family Study, ha sido coordinado por los investigadores Miguel Seral-Cortés y Luis A. Moreno, junto a un amplio consorcio internacional. La investigación forma parte del proyecto europeo IDEFICS/I.Family, financiado por los programas VI y VII de la Unión Europea, y centrado en factores que influyen en la salud infantil en ocho países europeos.
En total, participaron cerca de 2.000 niños y adolescentes, con seguimiento en tres momentos diferentes entre 2007 y 2013, lo que permitió realizar más de 5.500 mediciones.
Entre los principales resultados, el estudio mostró que en los niños con alta predisposición genética a la obesidad, una mayor adherencia a la dieta mediterránea se asoció con un menor IMC en la adolescencia temprana. Curiosamente, en edades más tempranas (alrededor de los 6 años), esta adherencia se relacionó con un IMC ligeramente más alto, un hallazgo que podría explicarse por diferentes mecanismos biológicos a lo largo del desarrollo.
Asimismo, se identificó que el consumo de verduras y legumbres tenía una relación inversa con los marcadores de adiposidad, independientemente del riesgo genético. Además, no se observaron beneficios significativos cuando el cambio en la dieta era puntual, lo que refuerza la importancia de mantener una alimentación saludable de forma continuada desde edades tempranas.
Estos resultados aportan nuevas evidencias sobre el valor preventivo de la dieta mediterránea frente al riesgo genético de obesidad, apoyando el diseño de estrategias personalizadas en salud infantil.
“Nuestros hallazgos refuerzan el papel de la alimentación como factor modulador del riesgo genético y ofrecen información clave para diseñar estrategias preventivas más efectivas contra la obesidad infantil”, destaca Miguel Seral-Cortés, autor principal del estudio.