En enero de 2023, un grupo de astrónomos aficionados captó una imagen de muy larga exposición de la galaxia de Andrómeda en la que apareció una estructura nunca antes vista: un enorme arco azul de emisión de oxígeno, casi tan grande como la propia galaxia. Esta misteriosa nube, bautizada como SDSO-1, despertó un intenso debate sobre si se trataba de una nebulosa gigante próxima a Andrómeda o de un objeto más cercano mal interpretado por su posición aparente en el cielo.
Un equipo de investigación liderado por el Centro de Estudios de Física del Cosmos de Aragón (CEFCA) ha publicado ahora un análisis detallado que resuelve este enigma. Utilizando datos del Observatorio de Javalambre y del instrumento MEGARA en el Gran Telescopio Canarias (GTC), los científicos han demostrado que SDSO-1 no forma parte de la galaxia de Andrómeda, sino que pertenece a nuestra propia galaxia, la Vía Láctea.
Para llegar a esta conclusión, los astrónomos realizaron observaciones más completas de la nebulosa con el telescopio JAST80 del Observatorio de Javalambre, que utiliza filtros especiales capaces de captar detalles que no se ven en las imágenes de aficionados. Estas observaciones revelaron zonas con oxígeno menos energizado y una estructura de capas característicos de nebulosas dentro de la Vía Láctea.
Además, las mediciones espectroscópicas de MEGARA mostraron que el gas se desplaza hacia nosotros a velocidades moderadas (entre 10 y 30 km/s), similares a las de muchas nubes interestelares de nuestra galaxia. Si SDSO-1 estuviera en Andrómeda, su velocidad sería mucho mayor, del orden de unos 300 km/s. También se encontró que la composición química de la nebulosa coincide con la de otras nebulosas de la Vía Láctea.
Estas líneas de evidencia permitieron concluir que SDSO-1 está mucho más cerca de lo que parecía y forma parte de nuestro entorno galáctico. El estudio descarta además que la nebulosa haya sido producida por una explosión estelar, pues no se observan los movimientos de gas asociados a ese tipo de eventos.
Aunque se ha determinado su ubicación, aún no está claro qué mecanismo hace que la nube brille con la emisión detectada. Los investigadores sugieren que podría deberse a la luz ultravioleta dispersa de regiones con estrellas masivas, pero señalan que se necesitan más estudios para entender completamente su origen.