Un hallazgo fortuito en el entorno de Anzánigo (Huesca) ha sacado a la luz más de 20 huellas fósiles pertenecientes a mamíferos perisodáctilos —como rinocerontes y caballos primitivos— del Oligoceno inferior, con una antigüedad estimada de 30 millones de años. El descubrimiento se produjo tras un desprendimiento natural de terreno que dejó al descubierto un bloque de roca con las impresiones perfectamente conservadas.
El equipo de paleontólogos de la Universidad de Zaragoza ha trasladado el bloque al Laboratorio Paleontológico de Loarre, donde se llevará a cabo un análisis detallado y su posterior restauración. Este centro, pionero en la investigación y divulgación del patrimonio fósil aragonés, también acogerá la pieza como parte de sus exposiciones permanentes, contribuyendo a la comprensión de la fauna prehistórica de la región.
Según informan la Cadena SER y El Confidencial, el hallazgo representa uno de los registros de huellas más antiguos documentados en la Península Ibérica y permitirá obtener nuevos datos sobre la evolución de los ecosistemas terrestres en el norte de Aragón.